(Sin título)
- Relatos alcohólicos - UTA
- 26 ene 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 3 feb 2019
María es una chica de unos 23 años de edad aproximadamente, estudia en la universidad, tiene buenas notas, es sociable y tiene una buena relación con su familia, sus amigos la quieren mucho, es una chica para admirar. Le gusta pasar su tiempo libre con sus amigos, disfrutar de una buena conversación, sonríe mucho y todos quienes están a su alrededor dicen que está muy feliz.
Pero nadie sabe que detrás de esa sonrisa y esa amabilidad existe algo que oculta, que se transforma en un pozo del que no puede salir, hay lágrimas, dolor, batallas que no puede vencer, que la lastiman, y siente que su llama se extingue. Tiene miedo, vergüenza de contar todo esto que le pasa, el único refugio que encuentra para refugiarse en ella misma y poder continuar es la oscuridad de su habitación es el alcohol, su único consuelo.
Una copa para sentirse menos triste, dos para recordar con menos dolor, tres para liberar tensión, la cuarta para soltar unas lágrimas las cuales no debe mostrar, la quinta para encontrar una luz que guíe su horizonte y la sexta le transforma de una persona admirable a una bestia despreciable donde no siente compasión ni por ella ni por nadie, ni siquiera por quien le brinda un lugar que se llama hogar. Lo único que quiere es quitarse esa máscara que oculta su mísera vida, donde los amigos las sonrisas olvidan, y no pueden entender que un abrazo, una muestra de cariño, puede cambiar este atardecer por un amanecer nuevo en su vida.
Lo único que ella quiere es una, dos, tres o cuatro, no copas sino botellas, acabar con su vida cada día porque lastimosamente piensa que es su única salida.
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