(Sin título)
- Relatos alcohólicos - UTA
- 26 ene 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 3 feb 2019
Daniel era un compañero de colegio. Desde sus 15 años empezó a beber. Como todo niño, por no quedar mal con sus amigos aceptaba ir a tomar con ellos, pero luego ya él no iba solo por no quedar mal con sus amigos, sino que ya le gustaba. Decía que se sentía mejor con el alcohol y así pasó el tiempo y empezó a salir a fiestas, bailes, discotecas. Ya no llegaba a su casa, se quedaba en casa de sus amigos que no eran ninguna buena compañía.
En una de las tantas fiestas a la que iba conoció a una chica, empezaron a salir, pero lo malo era que la chica también tomaba mucho, le gustaba la vida fácil, y de igual manera, tampoco les hacía caso a sus padres, hasta que un día ella quedó embarazada. Por un tiempo ellos dejaron de beber hasta cuando nació su hijo.
Después él olvidó su tarea de padre y ella plantó un juicio para que le pague el tribunal. Se llevó a cabo el juicio, le indicaron cuál era el valor a pagar, pero lo malo era que como él era menor de edad esa carga le tocó asumir a sus padres, dejándolo a él libre de todo problema, lo cual ocasionó que a él le diera muy poco cargo de conciencia. Así siguió con su vida loca.
Llegamos así hasta el segundo año de bachillerato, cuando conoció a un amigo llamado Bryan. Con su amistad empeoró la situación, lo malo era que ya no solo tomaban alcohol, sino que empezaron con las drogas, incluso lo hacían en el colegio, hasta que uno de esos días los encontró la directora del mismo. Enterados de esto, sus padres tomaron la decisión de internarlo en un grupo de rehabilitación, donde estuvo internado por casi un año. Perdió ese año de colegio, pero fue para algo bueno. Él se rehabilitó, terminó con sus estudios y hoy en día lleva una vida tranquila.
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