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RELATO

  • Foto del escritor: Relatos alcohólicos - UTA
    Relatos alcohólicos - UTA
  • 26 ene 2019
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 3 feb 2019

Jorge, un hombre de aproximadamente 40 años, muy social y amiguero, mantenía una relación estable con su familia, salía a misa los domingos, además jugaba fútbol en uno de los mejores equipos y por supuesto, después de la ganancia respectiva era lógico ir a unas “dos que tres” con los amigos para festejar o en su defecto, si perdían, también eran necesarias las mismas “dos que tres” para entre tragos analizar el por qué. El campeonato duraba 6 meses, alrededor de 24 semanas y no existió una sola que Jorge no hubiese pasado sin alcohol en su cuerpo. Al parecer en un principio era por quedar bien con sus amigos y sentirse aceptado, sin embargo, con el tiempo se volvió una adicción, y lo digo así porque los domingos ya no había reuniones familiares, ni paseos, ni tardes de películas, porque como él decía, el fútbol se comió todo su tiempo y seguro que eso era tan solo un pretexto, porque el verdadero motivo era el que venía después de eso.

Pasó el tiempo y él seguía manteniendo una buena relación familiar, de todas maneras, él creía saber hasta qué punto alcoholizarse para regresar a casa. Aquello brindaba un poco de tranquilidad a su hogar. En el transcurso de este tiempo presentaba un malestar, quizás un poco común, el chuchaqui. Parecía lógico después de hacerse “semanero” para el trago, por esta razón era suficiente con un complejo B para calmar los intensos dolores de cabeza.

Todo parecía estar bien, pero la vida le dio aliento para que terminase de jugar el tan anhelado campeonato, pero unas semanas después de haber triunfado, continuaba con su vicio, hasta que un fin de semana, recibió innumerables llamadas telefónicas tras el asombro de su ausencia. Fueron a verlo a su casa y nadie los recibió, todos estaban en el hospital, los dolores de cabeza le hicieron convulsionar y trasladarlo hasta un grado de inconciencia.

Pasaron varios días, los doctores subían y bajaban, exámenes médicos y tomografías eran el pan de todos los días, pero nadie daba un diagnóstico. Era lógico que algo malo estaba pasando.

Le descubrí a los 7 días, él tenía un tumor cerebral, los dolores de cabeza no eran de chuchaqui, sino que era cáncer. Quizás le hubiéramos regalado más días de vida si a esos dolores los hubiéramos tomado en serio, pero la confusión que tuvimos por los síntomas que presentaba después de tomar alcohol, no nos lo permitió.

Él ahora descansa en paz y ya no tiene dolores de cabeza.

Atte.: SU HIJO

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Web creada por la tutoranda Paola Acosta y el profesor Álvaro Jiménez como parte del proyecto de investigación para el tratamiento del alcoholismo en jóvenes universitarios (2453-CU-P-2017 / DIDE-UTA).

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