Había una vez una pequeña niña que se llamaba Sally, sus padres la querían tanto que eran capaces de hacer lo que fuera por mantenerla feliz, tal era el punto que dejaban que hiciera con su vida lo que le pareciera mejor.
Su madre la consentía en todo, pero su padre empezó a creer que sería bueno establecer ciertas reglas.
Al pasar el tiempo, Sally empezó a subir de peso, todas las tardes solía disfrutar con sus amigas, salían a comer y consumir alcohol.
Un fin de semana, como siempre, salió a bailar y sin más, se deslumbró por un muchacho que llegó a la fiesta, el gusto fue mutuo desde el principio y en el transcurso de la noche coincidieron varias veces, intercambiaron números y empezaron a salir.
Un día de salida con sus amigos a uno de ellos se le escapó un comentario incómodo: "Sally eres tú, wow en serio ¿Qué te sucedió? Creo que estás algo pasadita de peso", luego ella pidió que la disculparan porque debía irse y salió corriendo.
Con el transcurso de los días nadie supo de ella, incluso Andrés el chico de la discoteca, él se preocupó por ella y decidió visitarla en su casa, cuando llegó, le contaron lo sucedido.
Sally después de aquel comentario empezó a investigar maneras para poder perder peso, encontró un artículo que hablaba de la anorexia y la bulimia y explicaba a detalle de qué se trataba y los daños que podía traer, ese tono ella no tomó muy en cuenta y empezó a hacer una dieta estricta en la que solo bebía un vaso de agua en la mañana y una ensalada a la hora del almuerzo, al pasar los días empeoró su situación a tal punto que se salió de las manos, fue a parar a un hospital en donde su diagnóstico no fue alentador, sus padres pensaron que era momento de corregir su actitud y empezaron un largo tratamiento lejos de sus amigos ya que ellos la influenciaron en lo sucedido.
Con el tiempo regresó a su hogar y se pudo dejar en claro que ahora vivirían promoviendo una alimentación sana y el amor propio.
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