Una mañana de lunes como todos los días, Danilo se despertó, hizo su rutina como de costumbre, se despidió de su madre y salió rumbo a la universidad, mientras caminaba, vio a una hermosa mujer, de larga cabellera y sonrisa deslumbrante, con un poco de temor, Danilo se acercó a ella, pues quería ser su amigo.
Él se acercó y le preguntó por la hora, ella sonrío al notar su presencia, empezaron una larga conversación camino a la universidad, al llegar intercambiaron su número de teléfono y quedaron en volverse a ver nuevamente.
Conforme pasaba el tiempo salían, compartían más, se conocían y se divertían juntos, un viernes por la noche, Danilo tomó la decisión de pedirle que fuera su novia, él muy ilusionado y lleno de expectativas la tomó de la mano la miró fijamente a los ojos y le dijo: ¿Te gustaría ser mi novia? Ella lo miró y al instante respondió: “Hemos compartido hermosos momentos juntos, pero tu físico no me agrada, me gustaría que fuese es un poco más delgado y que comieras menos y para ser honesta no me agrada la idea de ser novia de alguien así, lo lamento, fue bueno compartir contigo, pero debo irme”.
En ese momento el mundo se derrumbó para Danilo, cayó en depresión y ansiedad, ya no comía, dejó de hacer las cosas que a él le gustaban y evitaba mirarse al espejo, en las ocasiones que lo hacía era para reprocharse sobre su reflejo.
Con el pasar del tiempo la situación no cambiaba, Danilo se enfermó gravemente ya que su cuerpo no tenía las suficientes defensas producto de la mala alimentación, un maestro que conoció el caso de Danilo, le ofreció su ayuda logrando que esté saliera de su depresión y ansiedad.
Pronto regresó a ser el joven risueño y soñador que todos conocían. Ahora se dedica a apoyar a muchos otros que pasan por una situación similar demostrándoles que los estereotipos no son buenos y qué no se debe etiquetar a nadie por la forma en que se ve.
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