El reloj marcó las 5 de la mañana, el despertador sonó, pero nadie estuvo para apagarlo, Daniela se encuentra en el piso de su habitación con su último aliento de energía realizando ejercicio, al bajar al comedor ve en la mesa una torta de chocolate, una tostada con mermelada y mantequilla, pero ella sale de su casa sin tocar el desayuno, llega a su instituto con un aspecto cansado y descuidado.
La hora del recreo comienza, pero Daniela se encuentra sola y en las gradas con audífonos a todo volumen intenta alejarse de quienes la rodean, de repente siente como alguien le riega un bote de yogur, los demás se comienzan a reír de ella llamándola y gorda, bola 8, con lágrimas en sus ojos corre para huir del lugar, termina en su refugio, las ventanas de una tienda de dulces, su aspecto robusto y su piel pálida le hacen parecer una chica enferma o así lo sentía ella. Entra de inmediato, sale con una bolsa llena de dulces y se encierra en su cuarto, come tan deprisa que por un momento se siente aliviada, pero tras comer siente ansiedad y en un abrir y cerrar de ojos se encuentra en el baño vomitando, escucha que sus padres llegan, se pone su pijama, intenta fingir que todo está bien, sin apetito es lo que les hace creer, pero va a su cama y las lágrimas que caen de su rostro es señal de dolor y sufrimiento, pero sabe que otro día ha terminado y es uno menos en su vida, siente que está en un círculo sin fin.
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