top of page

CAPITULO I

  • Foto del escritor: Relatos alcohólicos - UTA
    Relatos alcohólicos - UTA
  • 28 ene 2019
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 3 feb 2019

Nuevamente despertó en su habitación, en esas cuatro paredes naranjas llena de manchas provocadas por las distintas juergas que solían producirse en su apartamento. Semidesnudo y solo se sienta en su cama, y al ver el cielo por la minúscula ventana precisa que debió dormir más de 12 horas. Una vez más, no asistiría a clases, pero desde hace mucho eso dejo de importar. Se levanta de la cama y se dirige a la cocina, atraviesa su pequeña sala infestada por escupitajos, botellas de alcohol barato, colillas y cenizas de cigarrillo por doquier. Toma un vaso y lo llena de agua del grifo, el agua está un poco blancuzca por el cloro pero no le interesa. Mientras la bebe mira a la casa aledaña, ve como una familia se prepara para almorzar. Ve a un niño de unos 12 años colocar los cubiertos y los vasos en mesa, mientras su hermana acomoda los individuales y las servilletas en cada lugar. El padre sentado y con una cerveza en mano, posiblemente Heineken por el color verde de la botella, luego ve a la madre acercase con platos repletos de comida, esa tarde degustarían de pollo.

En ese instante recuerda su infancia, recuerda que él era aquel niño que le encantaba acomodar la mesa, se peleaba con su hermana por colocar los vasos y los cubiertos, recuerda a su padre y su madre juntos en la cocina repartiendo la comida, recuerda que su vida era perfecta hasta aquel 25 de julio de 2010 cuando empezaron las desgracias, y un sentimiento oscuro inundó su mente, al recordar como su hermana se desplomó frente a él y ver que la sangre se esparcía por el piso hasta llegar a sus pies.

El pánico lo aturdió y propinó un alarido en busca de ayuda. Su hermana despertaría en un cuarto de hospital, en donde le practicaron distintos exámenes y un mes después los resultados serían desastrosos, su hermana había enfermado de leucemia. Esta noticia acabo con su vida perfecta y tan solo 2 años después acabaría con el matrimonio de sus padres. La muerte de su hermana fue el detonante de una vida llena de excesos, una vida hundida en la depresión.

Ahora su madre está casada con un gerente de banco a quien aborrece, su padre vive en otra ciudad a 8 horas de él. Lo único bueno de su adolescencia se había marchado con su mejor amigo, ahora casado y con un hijo de 1 año.

Deja el vaso encima de su refrigeradora y se dirige a su pequeña habitación, abre el cajón en donde guarda sus medias y saca de él veinte dólares. Se pone unos jeans desgastados, una camiseta azul y una chaqueta. Sale de su apartamento y camina hasta un puesto de comida.

En el trayecto un pensamiento ocupa su mente, las festividades navideñas están próximas y no sabría qué hacer, aunque no tenía mucho, su única actividad en feriados o vacaciones constaba en beber y ver programas de televisión. Recuerda que su madre le ha dicho que aquella navidad visitaría a su abuela y tendrían una cena con toda la familia. El odiaba aquellos encuentros, su abuela le comparaba con sus primos y aun peor existía algo que él no comprendía, ¿cómo se podía pasar de un tema político, económico o cualquier otra a hablar de su hermana?, detestaba comentarios como “a Grace le hubiese gustado estar aquí” “Grace hubiera ayudado en la decoración” Grace, Grace, Grace… Él sabía que a ella le hubiera gustado estar en aquella cena y en todas las que no estuvo presente. A su hermana le hubiera encantado ayudar, él sabía que no debían existir motivos para recordarla, la hipocresía de su familia era enorme. Hace nueve años que ningún miembro de aquella familia visitó su tumba, su madre dejo de hacerlo hace 4 años y su padre hace 7 años. Él los odiaba por eso, pero eran sus padres y tal vez el recuerdo y la impotencia de no poder haber podido hacer algo para salvarle la vida, les dolía y el recuerdo de la tristeza y la agonía de su hermana los perseguía.

Caminaría unos cinco minutos hasta llegar a un restaurante. Héctor se encuentra en aquel lugar y se sienta junto a él. Héctor le platica de las clases de aquel día, y que se aproximaban exámenes de mitad de semestre. Esboza una sonrisa y agacha la cabeza haciendo un ademán negativo expresando que eso le tenía sin cuidado. Lo interrumpe y le pregunta si tiene lo que le pidió la tarde de ayer por teléfono. Héctor se muestra extrañado y frunce su seño; Amigo eso fue hace 2 días, el miércoles debía de entregarte lo que me pediste y tú nunca apareciste, supuse que estarías bebiendo o algo similar, llamé a tu puerta pero no hubo respuesta, la última vez que hablamos fue el martes por la tarde para arreglar todos los detalles de la entrega, pero no te preocupes si traigo conmigo el encargo, a la final tú eres el único que me pide este tipo de cosas – Dijo Héctor.

Un mesero se acerca a los dos y recita el menú del día, ambos piden filete. Al concluir su comida pagan y salen del lugar, empiezan a caminar en dirección de la universidad, Héctor entrega una bolsa y recibe veinte dólares, se despiden y cada uno se va en distintos caminos.

Nuevamente en su apartamento se quita los zapatos, saca una botella de ron de uno de sus cajones de ropa, enciende su radio y sintoniza el programa de éxitos del siglo veinte y se acuesta en su cama. En el programa de radio iniciaba una canción de Jim Croce y empezó a cantarla:


If I could save mi time in a bottle

The first thing that I’d like to do

Is to save every day

Till Eternity passes away

Just to spend them with you”


Al cabo de una hora la botella estaría vacía pero él no se sorprendió, se puso los zapatos, agarró una chamarra y veinte dólares. Sale de su apartamento en busca de más licor. En la licorería pide dos botellas de tequila, un paquete de cigarrillos y un par de mentas aunque estas no le servían de nada pues él emanaba licor por sus poros. De regreso a casa ve a un perro husmeando en la basura en busca de comida mientras un anciano le arrojaba objetos y decía; “¡E animalejo lárgate de aquí! ¡Mendigo perro callejero lárgate antes que te muela a palos!”.

En un esquina una madre consolando a su hijo que lloraba de forma estrepitosa. Este sonido le aturde y le hace perder el equilibrio cayendo de cara contra el pavimento, se reincorpora en un instante y sigue caminando. Durante su andar siente que algo caliente le baja por la mejilla, acerca su mano a ella y la remueve con el dedo pulgar, pone su mano frente a sus ojos y ve sangre.

Al llegar a su apartamento deja las botellas y los cigarros en su escritorio y se dirige al baño, se lava el rostro y la herida. Al concluir se queda viendo en el fragmento de espejo del baño. Su mirada era vacía, era la de una persona perdida, la de una persona gritando por ayuda. Finalmente agacha el rostro meneando la cabeza y sale del baño, agarra las compras y entra en su habitación. Ahora en el radio sonaba “Spirit in the Sky” de Norman Greenbaum, esto le recordó a su hermana quien en su último año de vida adoptaría esta canción como su himno, saco de su billetera una pequeña foto y las lágrimas se le corrieron. En la foto estaba una pequeña niña de piel blanca, cabello castaño y unos ojos azules que hacia estremecer a todos al verlos. Aquella foto fue la última de su hermana, aun con aquella maldita enfermedad era hermosa.


Goin’ up to the Spirit in the sky

That’s where I’m gonna ho when I die

When I die and they lay me to rest

I’m gonna go to the place that’s the best


Norman Greenbaum cantaba el coro de su canción cuando se alzó la botella y la bebió. Cuando él bajó se había tomado el veinticinco por ciento de esta, se limpió la boca con el antebrazo mientras colocaba la botella en su mesa de noche.

Abre la caja de cigarros y sustrae uno y lo enciende, aspira profundo y luego vota el humo, repitiendo la acción hasta consumir por completo el cigarro.

El reloj marcaria las dos de madrugada, la segunda botella de tequila estaba reducida a la mitad y en la caja de cigarrillos solo sobrarían tres. Siguió bebiendo y fumando solo con las luces de las farolas de la calle, las sobras se pronunciaban por todo su cuarto y hechó a reír con un recuerdo de su infancia. Él tenía 5 años y temía a la oscuridad. Una noche una lluvia torrentosa se pronunciaría a mitad de la noche, un estruendo lo despertaría y quedaría petrificado al ver las sombras en su pared. Él veía como se movían y en su mente fabricaría monstruos, el resultado final de esta pequeña impericia le mojó la cama durante tres años en los cuales dormiría con la luz encendida.

Una vez más su hermana inundó sus pensamientos, ella le hizo perder el miedo a la oscuridad. Se lanzó otra bocanada de tequila y prendió otro cigarro. Recordó su compra de la tarde y hechó la mano al bolsillo, encendió la luz y se acercó a su escritorio. Limpió todo lo que había allí y puso un poco de polvo blanco, de su billetera tomaría su licencia para conducir y fabricaría finas líneas. Con lo puesto en la mesa le alcanzó par a tres líneas de unos siete centímetros cada una. Dobló un billete de 5 y lo hizo un cilindro, se agacho, metió el cilindro recién fabricado y aspiró la primera línea, luego la segunda, se detuvo un momento a masajearse la nariz y prosiguió con la tercera. Se recostó en la cama y encendió otro cigarrillo, lo consumió por completo y quedo recostado con mirada perdida.

En un momento de su vida había pedido ayuda, había asistido a psicólogos para tratar su depresión pero esto jamás resultó, su vida era horrenda y él lo sabía. En un momento de su vida tenía amigos, novia, un madre y un padre que se preocupaban por él, no era feliz pero su vida era manejable, siempre fue su hermana el motivo de su tristeza. Él añoraba con ansias verla crecer, verla convertida en una persona de bien, pero se la privó de su vida a temprana edad. Este fue su último pensamiento antes de quedar profundamente dormido.


Sebastian Parra Real

Entradas recientes

Ver todo
Un 14 de febrero

Recuerdo que hace dos años, el 14 de Febrero, el día del amor y la amistad, me encontré con mi amiga Carla. Las dos habíamos decidido no...

 
 
 
La noche en que perdí mi vida

Érase una vez hace como cinco años, época en la cual cumplía mis 15, tenía muchos problemas en casa, mi padre buscaba olvidar sus...

 
 
 
El amor de un padre

Edmundo es un chico soltero de 25 años graduado en administración de empresas, trabaja en un banco de la ciudad, es una persona que toda...

 
 
 

Comentarios


© 2023 por EC. Creado con Wix.com

  • w-facebook
  • Twitter Clean
  • w-flickr

Web creada por la tutoranda Paola Acosta y el profesor Álvaro Jiménez como parte del proyecto de investigación para el tratamiento del alcoholismo en jóvenes universitarios (2453-CU-P-2017 / DIDE-UTA).

bottom of page