En la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales, en el curso de nivelación de la carrera de Comunicación Social, estudiaba una chica llamada Yuno, tenía 18 años, una contextura ancha y medía 1,70, era poco sociable e insegura de sí misma, le costaba tomar decisiones, aunque su rendimiento académico era bueno.
Yuno no estaba conforme con su físico, ya que el resto de sus compañeras eran delgadas. Un día normal de clases, un grupo de chicos de otra facultad empezaron a murmurar cuando la vieron pasar al comedor, entre las cosas que escuchó decían:
Que gorda aquella chica, ¿Cómo se sentirá tener el cuerpo así? ¿Será que alguien la quiere?, yo no saldría con alguien así.
Justo en ese grupo estaba un muchacho que a ella le gustaba, cuando lo vio entre la multitud, esto la destrozó totalmente, dejó de comer y empezó a desarrollar anemia, perdió los buenos hábitos alimenticios y empezó a bajar mucho de peso.
Su madre preocupada la llevó a un centro de salud, al entrar le explico al médico que durante días su hija presentaba síntomas extraños: caída del cabello, falta de conciencia e intolerancia al frío, tras ser analizada se le diagnosticó anorexia en un grado muy avanzado, la enfermedad estaba fuera de control, después de un mes murió, su madre destrozada lloraba el deceso de su hija y desconsolada repetía las últimas palabras de Yuno:
Debí amarme como era, acabé mi vida de una manera estúpida, mamá te amo tanto, lo siento.
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