Si tan solo lo hubiese superado a tiempo, ahora no hay regreso, la verdad es que este sueño inició tan bien, que no creí que se convertiría en una pesadilla.
Iniciaré contándoles cómo empezó todo, era mi amiga, su nombre era Charlotte, una chica de 19 años, buena estudiante, pero un tanto atolondrada, le digo atolondrada porque aspiraba a un chico que no la miraba con los mismos ojos que ella a él.
Álvaro era su nombre, no era el chico más popular, pero era el chico de los ojos de Charlotte. Su desgracia inicia aquel día que anunciaron la llegada del baile por la fundación de la Universidad.
Lo recuerdo, ella tenía una figura normal, de una chica que quería verse bella ante los ojos de los demás, no pensó que de ese sueño no despertaría.
Me contó que inició una dieta y como toda buena dieta siempre tiene que ser balanceada y combinarse con ejercicio, ella logró cumplir con su meta personal y encajar en el vestido que eligió para esa noche, al entrar a la fiesta con su vestido soñado y la persona indicada, miró a su alrededor, todos la felicitaban por su aspecto, aquellos halagos se convirtieron en una droga que la consumió.
Pasaron los meses y pensaba que su dieta no lograba tener los resultados deseados y la volvió más estricta, aunque había días que el cuerpo le dolía demasiado, pero ella quería soportar todo por amor.
El constante dolor de estómago, el amargor en su boca producto del vómito de cada mañana, podía superarlo por el que en ese momento era el hombre de su vida. Triste fue ver que él ya tenía otra en su corazón y cuando lo vio, Charlotte le miró fijamente con lágrimas en sus ojos y corrió al espejo diciendo:
Yo estoy bien, soy más hermosa que ella-, gritaba.
Cuando se detuvo, miró a una chica demacrada, que parecía que se rompería con la más mínima brisa, subió hasta la terraza de la facultad pensando que estaba soñando, creyendo que era una pesadilla.
Aquí voy-, dijo. -Espero poder despertar de esto-, y se desplomó.
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