Andrés y Josefina eran compañeros, ella era la mejor estudiante de su clase, le encantaba leer y era muy hábil para la redacción. Andrés, por su parte no era el mejor, sin embargo, tenía un físico impresionante, gustaba de hacer ejercicio y constantemente tomaba proteínas para complementar su alimentación.
Josefina no era muy amante del deporte, pasaba cerca del gimnasio de camino a casa, cuando pasaba por allí la miraban con extrañeza y a veces con desprecio.
Un día Andrés le hizo un comentario en clase que marcó su vida.
Tu inteligencia es inversamente proporcional a la belleza de tu cuerpo-, y todo el curso estalló en risas.
Ella empezó a bajar sus calificaciones porque se sentía ofendida por su físico y las horas las dedicaba a buscar en Internet recetas para bajar su peso, aunque había sido cruel, ella se sentía atraída por Andrés y este inmediatamente la rechazó, ella se sintió tan mal que cuando llegó a casa empezó a comer y esta conducta se volvió habitual cuando alguien la miraba con desprecio.
Su amiga, que había visto el cambio drástico en la vida de Josefina, le recomendó un tratamiento psicológico, ella asistió para controlar su ansiedad y el médico le dijo que para verse bella debía hacerlo desde el interior. Así Josefina continuó cultivando su mente y comenzó a hacer ejercicio para verse bien por ella, había aprendido a amarse y quería que todas las áreas de su vida mejoraran.
Cierto día coincidió con Andrés en el gimnasio, ella ya no lo veía tan atractivo porque se dio cuenta que él solo se fijaba en el físico de las mujeres y no en la capacidad intelectual y en su corazón.
Si alguien te dice que eres feo o fea recuérdale que la belleza es subjetiva, la estupidez no.
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